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Una ciudadana en la Corte

Desde su inclusión en la terna propuesta por el Presidente de la República, para ocupar el espacio que dejara vacante Arturo Zaldívar, la ahora Ministra Lenia Batres ha generado cualquier cantidad de críticas y cuestionamientos sobre su origen (político), su capacidad técnica para ocupar la más alta magistratura en el ámbito judicial y, en general, su posición frente a una Suprema Corte que, a juicio de ella, se encuentra alejada del pueblo.

Más allá del contenido ideológico y de las emociones que se han expresado incluso en un tono poco amable, debemos preguntarnos: ¿es conveniente una ciudadana en la Suprema Corte?, ¿es poco prudente que una ciudadana, abogada, sin experiencia judicial, integre la Suprema Corte?

Las críticas hacia Lenia Batres han sido devastadoras; su lejanía de los asuntos judiciales y su cercanía al Ejecutivo en turno la condenan, sin juicio previo, a cuestionarle absolutamente todo: cómo votará en sus primeros asuntos, si interviene en las sesiones y sus solicitudes formuladas respecto de sus prestaciones y sus ingresos. Estos son sólo algunos de los temas que han robado la atención de sus críticos.

¿Existe algún perfil idóneo de ministras o ministros?, ¿o por qué cuestionamos que una ciudadana ocupe un espacio público tan importante?

Es un hecho que la ministra Batres no forma parte de los círculos judiciales cercanos a la Suprema Corte y, por tanto, deberá comprometerse al estudio de cada uno de sus asuntos si verdaderamente desea cumplir con el mandato constitucional que tiene a su cargo.

¿Disgusta? Probablemente, sobre todo porque hay magistradas y magistrados del Poder Judicial de la Federación, con una carrera judicial impecable, que están esperando una oportunidad para ser considerados en alguna de las ternas. Pero el mismo disgusto se generó con los académicos (como Cossío y Zaldívar) y con los administrativos (como Laynez y Gutiérrez Ortiz Mena).

¿Y si damos oportunidad a una nueva época en la interpretación de la Constitución? ¿Una interpretación ciudadana?

Recordemos aquí la propuesta del profesor Peter Häberle sobre la cuestión de quiénes intervienen en la interpretación de la Constitución. El constitucionalista alemán propone que, en el contexto de una Constitución pluricultural, transitemos de la sociedad cerrada de los intérpretes constitucionales hacia la interpretación por y para la sociedad abierta.

Häberle considera que la interpretación constitucional ha sido un exceso de manera consciente y menos realista un asunto de una sociedad cerrada: la de los intérpretes constitucionales jurídicos y de quienes participan formalmente en el proceso constitucional; pero en la realidad es más un asunto de una sociedad abierta, es decir, la de todos los poderes públicos en tanto participen materialmente porque la interpretación constitucional participa una y otra vez en la Constitución de esta sociedad abierta y es constituida por esta.

En los procesos de la interpretación constitucional están incluidos, potencialmente, todos los órganos del estado, todos los poderes públicos, todos los grupos y, por supuesto -y para mi gusto lo más importante-, los ciudadanos.

En este contexto, la llegada de una ciudadana a la Corte debe permitirnos explorar un camino con una visión más cercana a los problemas “del ciudadano” y no conformarnos con las temáticas que la Corte considere de especial interés y trascendencia.

Deseamos ministros de puertas abiertas, que reciban y escuchen a las partes y que no se encierren en una exclusividad inexplicable, que solo los aleja de la sociedad y de los problemas que eventualmente resolverán.

La Ministra Lenia Batres tiene dos retos importantes:

1. Resolver con prudencia, estudio e imparcialidad los asuntos a su cargo. La curva de aprendizaje deberá ser imperceptible, rápida, no hay tiempo para demostrar que tiene los méritos para estar ahí.

2. Asumir el cargo con respeto y decoro, lo que significa reservar el ímpetu para la discusión de los asuntos, escenario en donde enfrentará a expertas y expertos constitucionalistas con años en la función.

La ministra debe tener muy claro que ha llegado a “…la morada de los dioses en la casa de un genio…” y debe demostrar que es una digna invitada.

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