El Poder Legislativo es una de las instituciones fundamentales del sistema democrático en nuestro país, lo que innegablemente constriñe a las legislaturas de las entidades federativas a velar por su buen funcionamiento para alcanzar la estabilidad política.
Por tanto, hace que quienes conforman los congresos locales tengan en sus manos la encomienda de ejercer su función legislativa en estricto apego a los principios de la materia, en virtud de que son los representantes que la sociedad ha elegido a través del proceso democrático para escuchar las necesidades que la aquejan; lo que se materializa en proyectos de ley para crear, reformar, adicionar, derogar o abrogar disposiciones constitucionales o legales que sean de interés y beneficio colectivo, correspondientes a su esfera de competencia.
Si bien es cierto, los congresos locales han tenido una serie de transformaciones que dan lugar a una mejor toma de decisiones, un ejemplo de esto es la participación activa de la ciudadanía, así como reformas estructurales de la legislación estatal. Muchos de estos cambios se deben a la representación ciudadana que existe en los distritos electorales locales por medio de las y los legisladores, en virtud de que se ha demostrado que la intervención y el liderazgo de la mujer en la política contribuye a garantizar el pleno ejercicio de los derechos humanos; fomentando de esta manera una cultura democrática. Ello, solo se logra ejercitando la paridad de género en los congresos.
El principio de paridad de género equilibra la participación y representación de mujeres y hombres en diversos ámbitos, en el caso concreto, en el poder legislativo.
La lucha por la paridad de género en los puestos que concentran el poder público inició en 1955, cuando las mujeres acuden por primera vez a las elecciones federales a emitir su voto, siendo hasta la fecha el precedente histórico de mayor relevancia en la vida política de la mujer. Fue hasta el año 2014 que se aprobó la reforma para elevar a rango constitucional la paridad de género entre las candidaturas de las y los legisladores federales y locales, lo que para 2019 se consolidaría con la reforma denominada “paridad en todo” que estableció la paridad transversal de todos los cargos públicos.
De esta forma nuestro país inicia la estabilización de una verdadera democracia representativa, participativa e incluyente, dejando entrevisto que el reconocimiento pleno de los derechos políticos de las mujeres lleva un recorrido de al menos 68 años.
Con motivo de estas disposiciones constitucionales, en la actualidad son más mujeres las que ocupan los cargos públicos clave dentro de los congresos locales. Sin embargo, es claro que todavía nos encontramos lejos de alcanzar la paridad de género que la sociedad tanto anhela; a pesar de esto, es innegable que existe un camino trazado, en el cual ya se visibilizan cambios sustanciales.
La red de investigación de mujeres políticas ha manifestado que las mujeres tienen mayor representación en las legislaturas de la actualidad pues ya ocupan cargos dentro la mesa directiva, la Junta de Coordinación Política y las comisiones, pero aún persiste una infinidad de sesgos de género que hacen impermisible la armonización de “un congreso de paridad”. En virtud de que las legisladoras son asignadas en comisiones consideradas por los legisladores “como sensibles” porque abordan temas de niñez, familia y grupos vulnerables, mientras que son excluidas de otras que abordan cuestiones relativas al presupuesto y fiscalización de la cuenta pública pues al tratar de la economía del Estado son los hombres los que se encargan de encabezarlas, acaparando el poder dentro de la estructura interna y funcionamiento del congreso, por lo que evidentemente dudan de sus capacidades y liderazgo.
Además, son desplazadas por el trabajo legislativo de los hombres, ya que llevan grandes cargas de trabajo, pero son ellos los que más iniciativas aprobadas tienen. También se refleja una falta de sororidad entre las mujeres que integran el congreso. Por si fuera poco, las legisladoras sufren acoso sexual laboral y hostigamiento de los medios de comunicación, pues las exhiben antes que informar.
Cada día son más las mujeres que forman parte de los congresos locales, pero son pocas las que verdaderamente logran desempeñar su labor legislativa sin distinción alguna, aún persisten los estereotipos, la discriminación y la violencia política por razón de género, dejando en evidencia que la construcción de la paridad sustantiva exige el fortalecimiento de la participación de las mujeres en la toma de decisiones así como la creación de políticas públicas que contribuyan al reconocimiento de sus derechos político-electorales. Las mujeres no solo necesitan estar, también necesitan ser escuchadas.
(…) Sí hay muchas mujeres que están ahí, pero son movidas por hombres. Entonces, aunque quieran hablar, les dicen “no espérate, ahorita no digas nada”. En ese aspecto, es la situación por la que no me representan algunas mujeres que están en la legislatura. No me representan porque les siguen teniendo miedo a los hombres (diputada 7).[1]
[1] Hernández García, Ma. A. (2022). La paridad, una realidad aún por construir en los congresos locales de México (Dirección Ejecutiva de Capacitación Electoral y Educación Cívica del Instituto Nacional Electoral).
https://www.ine.mx/wp-content/uploads/2022/04/deceyec-paridad-realidad-por-construir.pdf
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